11.2.05

A mi ordenador

Mi querido ordenador:
Recién recibí órdenes de tí para adentrarme en la búsqueda de una palabra que apenas conocía antes: el blog. Media hora ha pasado desde que mi guguel me torpedeara con miles de vínculos y noticias sobre tu existencia. Acabo de crearte. Y todavia no se cómo eres, ni cuál será tu destino en la vida, ni el color de tus ojos cuando los abras. Pero mi complicidad contigo corre paralela a mis deseos por susurrarte al oído mis pensamientos, por verte crecer mientras yo envejezco, a solas, junto a la luminosa luz de tu pantalla.
Siempre quise tenerte, sin darme cuenta. Allá donde fui para encontrarme a mi mismo, me perseguías.
Pero no te supe encontrar.
Y hoy, casi por casualidad, como sin esperarlo, me preparo para verte nacer, crecer, quién sabe si reproducir, y rezaré para no verte morir.
Mi estómago revolotea de miedo y de esperanza. Sus ácidos corrosivos amenazaban con su extinción. Sabe que tú puedes ser su antídoto, su salvación. Desde el mismo instante en que descubrió tu esencia se agarró a ti. Gracias por darle la luz.

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